Las mujeres representaban el amor, la sensibilidad, la crianza, la comprensión, la ternura, la belleza y la única constante en el hogar.
Los hombres representaban el jefe del hogar, el proveedor, el que decide, el trabajador, disciplinador, y el que guiaba a la familia.
Hemos recorrido un largo camino de lo que es la definición de una familia. Una familia que solía ser defendida y celebrada por los hombres y las mujeres. Estaba protegida por los hombres y las mujeres. Sobre todo, por las mujeres, ya que ella era la única constante quien trabajaba en mantener la familia unida. Ella se sacrificaba para mantener esa familia unida. Hasta cierto punto, esa fue la razón que matrimonios duraban tanto tiempo. Las mujeres se comprometían y sabían ignorar. Ellas entendieron que los hombres eran débiles y que las infidelidades eran una forma de vida que se transmitía de generación en generación. La esencia de la familia estaba protegida por el bien de los niños. Tanto hombres como mujeres comprendieron la importancia de la familia para los niños. Se aseguraron de no discutir o pelear, ni delante de los hijos, ni delante de sus padres. Los hombres asumían desde hace mucho tiempo que las mujeres aceptaban sus infidelidades. Para la mayor parte de las mujeres ese era el caso. Sin embargo, también hubo suficiente infidelidad de parte de las mujeres. Ellas eran mejor en ocultarlo.
Cuándo nos fijamos en las relaciones de nuestros padres en los años 40, 50 y 60, vemos, por supuesto, aquellos que tenían la edad suficiente, una estructura de forma de familia diferente de lo que vemos hoy en día. Las familias en esos momentos hacían todo lo posible para permanecer juntos y criar a sus hijos juntos. También vemos la diferencia en los valores que los niños en esos momentos tenían y el valor de los hijos de los tiempos de hoy. No hay duda en mi mente, al ser de esa generación, que teníamos diferentes valores. También vivimos en un diferente entorno económico, tecnológico y social. Eran tiempos en que la mayoría de nosotros sabíamos cual era nuestro lugar. Los niños sabían que tenían que ir a la escuela, por supuesto, aquellos que tenían acceso, que necesitaban trabajar para ayudar a la familia, que tenían que respetar a sus mayores y sus padres, y que algunos de nuestros caminos eran ya determinado. Las mujeres sabían que tenían que apoyar a sus maridos, que sus hombres proveían y también sabía que sus hombres tomaban las decisiones finales en el hogar. Los hombres sabían que tenían que proveer, que contaba con el apoyo de sus mujeres, que tenían que mantener la familia unida y que la familia contaba con el para que los guíe. Hoy en día, nos encontramos en un mundo que ha cambiado en la cantidad de población, sistema económico, tecnológico, y de infraestructura, la sociedad ha cambiado, el respeto, la familia y la civilidad.
Ya no hay el mismo valor de la familia, del vecindario y ya no valoramos a nuestros padres, nuestros hijos y a veces ni ha uno mismo.
El sentido de respeto se ha ido y la sociedad lo ha aceptado y lo hizo ya una rutina.
Piense en esto por un minuto: nosotros como padres no podemos disciplinar a nuestros hijos cuando deciden no escucharnos a nosotros. Los niños no sienten que tienen obligaciones con sus padres. Ellos sienten que no es necesario escuchar a sus padres porque el padre no puede tocar ni castigarlo a ellos, con la excepción de quitarle los juguetes y los privilegios. Sin embargo, esos privilegios que se les quita lo encuentran en otros lugares, debido a que pueden salir de la casa de sus padres en cualquier momento que quieran y la ley los protege.
Nuestra sociedad litigiosa ha cambiado nuestro mundo para lo peor. Las escuelas tienen prohibido hacer su trabajo, ya que podrían ser demandados por los padres o estudiantes. Los vecinos, tías, tíos y abuelos no se involucran demasiado en la crianza de los niños del área, ya que cosas que creen que hacen para ayudar puede dispararse contra ellos. Ya no se toma una villa para criar a un niño.
Tenemos que coger el tiempo para mirar con detalles a nuestras vidas y analizar cómo estamos contribuyendo a la destrucción de esta sociedad. Vemos cada día que alguien está demandando a alguien, alguien está haciendo daño a alguien, alguien está matando a alguien y lo triste es que la mayoría de lo que sucede se puede prevenir.
La evolución del hombre y la mujer ha venido con grandes descubrimientos y también con gran desdén.
Podemos hacerlo mejor. Tenemos que hacerlo mejor. Podemos hacerlo una persona a la vez. Que sea una meta el hacer su parte. Se podría pensar que sus esfuerzos no importan y que no cambiará nada. Les puedo asegurar que sus esfuerzos son importantes y que si sólo influyen a una persona a tomar el camino correcto, entonces estamos ganando. Vamos a empezar con nosotros mismos. Vamos a empezar con el hombre en el espejo (como la canción de Michael Jackson dice). Vamos a empezar con la mujer en el espejo.
Recuerde aplicar lo que funciona y modificar lo que no funciona y siempre se esfuercen para mejorar a si mismo y para mejorar todo lo que hacen.
Vamos a mantener la familia unida, los sacrificios son parte de la vida y no hay vergüenza en ellos. Haz tu parte, hasta cuando tu pareja no lo hace. Quién sabe, él o ella podría notarlo.
Si desea discutir este tema u otros, por favor llámeme al 973-390-2926 o por correo electrónico anibal@anibalalcantarajr.com